miércoles, 14 de octubre de 2009

ARTÍCULOS SOBRE TERAPIA FLORAL

¿QUÉ ES LA TERAPIA FLORAL?

El Doctor Edward Bach, basándose en investigaciones, en su propia experiencia como médico y en unas dotes excepcionales de observación, llega a la conclusión de que las personas viven, se relacionan y se expresan desde unos patrones concretos. Estos patrones, relacionados con la personalidad de cada sujeto, dan lugar a diferentes formas de reaccionar ante la vida y ante la enfermedad, es decir, diferentes formas de expresión vital. Partiendo de esta premisa desarrolla la Terapia Floral como un sistema de sanación que contempla al ser humano desde una perspectiva holística.

Bach toma conciencia de que la naturaleza pone al servicio de la vida los elementos que ésta necesita para evolucionar. Al igual que el hombre es expresión viva del Amor también lo son las plantas, aunque en un modo más sencillo, y es en las plantas donde se manifiestan de manera más pura las emociones expresadas por la vida, concretamente una emoción en cada especie de flor.

Durante varios años de investigación Bach elaboró, casi podría decirse que sacó a la luz, los treinta y ocho remedios florales, vinculados a treinta y ocho estados emocionales arquetípicos. Estos remedios, presentes en la naturaleza como expresión viva del Amor, tienen la cualidad de “elevar nuestras vibraciones y abrir nuestros canales... para inundar nuestra naturaleza con la virtud particular que necesitamos y borrar nuestros defectos que causan dolor”.


¿PARA QUÉ SIRVE LA TERAPIA FLORAL? (I)

Los treinta y ocho remedios florales son uno de los instrumentos de los que dispone la Terapia Floral para ayudar a la persona a entender el sentido de sus desequilibrios físicos, emocionales o espirituales, a profundizar en su naturaleza para hacerse consciente del defecto en que está incurriendo, de la actitud vital inadecuada que desarmoniza su equilibrio interior y exterior.

Este proceso es realizado de manera íntima, personal y profunda por la persona, pero resulta complicado hacerlo sin ayuda ya que nuestra personalidad se presenta ante nosotros en una dualidad máscara-sombra que nos hace muy difícil vernos como realmente somos. Es por ello que se necesita la ayuda de un guía con la adecuada formación y la capacidad para acompañar en el proceso de transformación que los remedios florales facilitan; en el caso de la Terapia Floral esta persona es el terapeuta floral.

Las esencias, elixires o remedios florales contienen el mensaje energético y de información de las plantas y dada la diferente naturaleza de cada una de ellas este mensaje actuará de manera diferente en la persona, aportando información armonizadora allá donde hay desarmonía y conflicto. El remedio floral no se dirige al conflicto sino que colabora en la sanación de la causa profunda, real y desconocida que provoca dicho síntoma.


¿PARA QUÉ SIRVE LA TERAPIA FLORAL? (II)

La Terapia Floral consiste en desarrollar un proceso de comunicación con la persona de manera que ésta pueda hacerse consciente de aquello que permanece inconsciente y que es la causa primera de un trastorno mental, emocional e incluso físico.

En ocasiones las personas presentan signos físicos, mentales o emocionales que no tienen una explicación clara. Este tipo de problemática: estrés, tensiones, dolores sin razón aparente, complejos, traumas, anclajes en el pasado, vivencias traumáticas que condicionan la forma de vivir, situaciones de desorientación emocional, desequilibrios, alteraciones de los esquemas de pensamiento y un largo etc., hacen que las personas no se sientan a gusto con su yo profundo y con su vida y pueden llegar a desembocar en afecciones más graves.

Profundizar en las causas primeras de esas alteraciones, “hacer consciente lo inconsciente”, analizarlo y encontrar la forma de transformarlo es el objetivo de la Terapia Floral. A este trabajo se une la acción de los elixires florales, cuya misión es reequilibrar la energía emocional en las facetas que se encuentren desequilibradas utilizando para ello preparados de disoluciones de uno o varios elixires en función de las necesidades de la persona.

La Terapia Floral trata siempre de hacer que el sujeto profundice en lo íntimo su mente, de sus recuerdos, de sus emociones, en la búsqueda de la causa primera del problema que le aflige, la cual muchas veces está tan escondida y enterrada que cuesta mucho reconocerla como elemento distorsionador y por ello es necesaria la intervención de un terapeuta con los conocimientos y la sensibilidad adecuados para acompañar en ese camino de búsqueda y sanación.


¿QUIÉN FUE EL DOCTOR EDWARD BACH? (I)

Edward Bach nació en Moseley, Birmingham, Inglaterra, el 24 de septiembre de 1886. Desde niño fue gran amante de la Naturaleza y gustaba de caminar y explorar en soledad, alejado de las actividades rutinarias y los estímulos cotidianos. Ya entonces mostraba ciertos rasgos personales característicos: sensibilidad, creatividad, intuición, capacidad de observación…

Tras terminar sus estudios en la escuela y antes de iniciar su formación universitaria trabaja, entre los años 1903 y 1906, en la fundición de su padre, donde entra en contacto con una realidad dura de trabajo, enfermedad, dolor y miseria que influye en su determinación de estudiar medicina como vía para aliviar el sufrimiento humano.

Entre los años 1906 y 1917 se forma y desarrolla una actividad médica convencional a la vez que destacada, pasando por diferentes puestos y responsabilidades. A pesar de ello alimentaba un sentimiento de insatisfacción por la limitada acción de la medicina, que se ceñía a los síntomas para la valoración y la curación de la enfermedad sin atender a las verdaderas causas que la provocaban.

En julio de 1917 sufre una importante hemorragia intestinal y es operado de cáncer. Los médicos le dan pocos meses de vida, sin embargo, consigue recuperarse y seguir adelante con su labor médica. Su experiencia cercana a la muerte provoca en él una transformación y le impulsa con más fuerza aún a la exploración de la verdadera naturaleza y sentido de la enfermedad.


¿QUIÉN FUE EL DOCTOR EDWARD BACH? (II)

En el año 1919 se produce una vacante de patólogo y bacteriólogo en el Hospital Homeopático de Londres y Bach accede al puesto. De este modo entra en contacto con el Organon, obra fundamental de Samuel Hahnemann (descubridor de la Homeopatía) y de gran repercusión en el pensamiento y obra de Bach y el desarrollo inicial de la Terapia Floral. En ese mismo año abre su propio laboratorio en Nottinghan Place, Londres y unos años más tarde, en 1922, renuncia a su puesto en el Hospital Homeopático de Londres para atender su laboratorio y un consultorio que abre en Harley Street, también en Londres.

Entre los años 1922 y 1929 realiza una labor de investigación en la línea de los postulados de Samuel Hahnemann, desarrollando vacunas homeopáticas muy utilizadas en su época, algunas de las cuales siguen hoy en uso. Sin embargo aún no se siente satisfecho con su trabajo ya que late en su interior la idea de que la enfermedad tiene que tener un sentido, una función que justifique su existencia en la Naturaleza, y hacia ella decide orientar sus investigaciones en la búsqueda de remedios naturales y no agresivos, remedios más puros cuyo origen estaría en las plantas.


En septiembre de 1928 viaja a Gales donde, impulsado por la idea de que en la Naturaleza están presentes los remedios para sanar a las personas, se dedica a la búsqueda de remedios naturales que puedan sustituir las vacunas por él creadas y que a la vez respondan a su idea de que las tipologías de carácter de las personas se pueden relacionar con las signaturas de las plantas. Fruto de sus investigaciones, sus conocimientos y su exploración permanente de la naturaleza humana y su relación con el mundo vegetal, prepara vacunas orales con tres plantas: Impatiens, Mímulus y Clematis. Los resultados obtenidos en pacientes con estas tres vacunas son tan alentadores que Bach decide dejar Londres y dedicarse en cuerpo y alma a la exploración de la tipología de las personas y la búsqueda de los remedios naturales coincidentes con la reacción de cada una a la enfermedad.


¿QUIÉN FUE EL DOCTOR EDWARD BACH? (III)

En el mes de mayo de 1930 Bach cierra su laboratorio y su consultorio londinenses y con 43 años se dirige a Gales, cuna de sus antepasados, para iniciar una nueva etapa en su vida en la búsqueda del verdadero significado a su vocación de sanador y explorador de la vida, la enfermedad y la relación íntima que él veía entre ambas. Desde agosto de 1930 hasta la primavera de 1934 Bach se establece en la costa de Norfolk, en Cromer, investigando y tratando a pacientes. En abril del mismo año 1934 se traslada a Mount Vernon donde continúa con su labor.


Si bien es en 1928 cuando descubre los tres primeros remedios: Impatiens, Mímulus y Clematis, éstos los prepara por el método homeopático, y no es hasta el periodo de tiempo que va de 1930 a 1936 cuando descubre los otros remedios, desarrollando lo que hoy se conoce como las Flores de Bach.

Durante el tiempo que Bach permanece en Gales, además de elaborar los remedios florales, investiga, trata a pacientes, da conferencias y escribe varios textos en los que plasma la filosofía de su obra. Algunos de estos escritos son:

“Cúrese a usted mismo”. 1931.
“Somos los culpables de nuestros sufrimientos”. 1931.
“Libérese usted mismo”. 1932.
“Los doce curadores y los siete ayudantes”. 1934.
“Los doce curadores y otros remedios”. 1936.

Tras una vida dedicada a la búsqueda de respuestas al sufrimiento y la enfermedad Bach murió el 27 de noviembre de 1936, a los cincuenta años, con la convicción de que había concluido su misión y que la enfermedad no debía ser considerada como un mal a combatir sino como un lenguaje que la vida pone a disposición de las personas para llamar la atención sobre aquello que las desarmoniza y las desvía de su camino de aprendizaje en este “día de colegio” que para él significaba la vida.


FILOSOFÍA DE LA TERAPIA FLORAL.

A lo largo de la vida del hombre puede producirse “un desvío del camino trazado por el alma, bien por nuestros deseos mundanos o por la persuasión de otros”, y aunque esto puede suceder de manera inconsciente es el motivo del conflicto entre las necesidades del alma y los deseos de la personalidad, aquí es donde se inicia la situación desarmónica.

Bach elabora una teoría sobre la enfermedad fundamentada en los siguientes principios:

I. La enfermedad no es un mal a suprimir sino un beneficio a comprender.
II. La enfermedad es consecuencia de un conflicto.
III. La enfermedad es consecuencia de la acción de factores personales y transpersonales.
IV. La enfermedad no es material en su origen.
V. En la enfermedad no hay nada de accidental.

Partiendo de estas premisas Bach afirma que no hay enfermedades sino enfermos, personas con carencias y conflictos que reciben un mensaje desde el alma para que se den cuenta de que su actitud hacia la vida no es la adecuada y deben iniciar un proceso de profunda transformación que les devuelva a la senda del aprendizaje y la sabiduría.

En palabras de Bach: “no hay curación real a menos que haya un cambio en la perspectiva con la cual el hombre ve el mundo, que da el logro de la paz y de la felicidad interior”. “... no tengamos temor de zambullirnos en la vida; estamos aquí para adquirir experiencias y conocimientos, y aprenderemos muy poco si no nos enfrentamos a la realidad y extremamos nuestras posibilidades. A cada paso pueden obtenerse nuevas experiencias, y las verdades de la naturaleza y de la humanidad pueden revelarse con tanta efectividad – o quizás más – en una pequeña choza en el campo, como en medio del ruido y el ajetreo de una gran ciudad”.


TERAPIA FLORAL: UNA MIRADA DIFERENTE AL CONCEPTO DE SALUD.

El concepto de salud no es tan universal como pensamos, para unas sociedades tiene que ver con no sufrir dolores, para otras con tener para comer cada día, otras valoran la salud según la impresión física que da una persona, etc. Para la Terapia Floral la salud está relacionada con el equilibrio armónico de las dimensiones física, mental, emocional y trascendente de las personas. Estas cuatro dimensiones conforman a la persona como individuo vivo que se expresa y se relaciona no sólo como un cuerpo con sus sistemas y órganos que en un momento determinado pueden fallar, sino como un ser de pensamientos, emociones y necesidades experienciales, y en estas dimensiones también puede sufrir “enfermedades”.

La Terapia Floral entiende que la salud es un estado de armonía entre el cuerpo, la mente, la emoción y la vida que vive la persona, y que cuando se produce un desajuste en alguna de esas facetas, si no es abordado y resuelto de manera adecuada, con el tiempo provocará un desajuste en las demás dimensiones de la persona, pero no como enfermedad sino como señal de alarma de que algo no se está resolviendo, de que algo en la vida de la persona no es atendido de la manera adecuada. Por ello, la Terapia Floral no habla propiamente de enfermedades sino de enfermos, de personas concretas con problemáticas concretas que precisan de respuestas concretas, y la primera de ellas es atender a la propia vida y a lo que cada uno está haciendo con ella, porque en alguna parte, en algún momento, ha surgido una situación que puede haber desequilibrado a la persona y no se ha dado cuenta de ello por no saber, no poder o no querer atender a las situaciones que la vida plantea; ahí es donde hay que mirar para recobrar la salud.


LA TERAPIA FLORAL Y LOS PATRONES DE PERSONALIDAD.

La vida del hombre está enmarcada en el espacio y en el tiempo y en las formas en que se ha definido al “ser humano” según diversos, variados y originales modelos. En la actualidad siguen existiendo modelos, unos nuevos y otros antiguos, que sirven para el estudio del hombre. En realidad todos los modelos, con sus características propias, tienen un mismo objetivo: situar al hombre y su realidad en un marco concreto de tal manera que pueda ser definido, estudiado, conocido y comprendido.

En la Terapia Floral el Doctor Edward Bach desarrolla un modelo de 38 patrones de personalidad, es decir, de formas predominantes de manifestarse en la vida cotidiana, que permiten atender a las tendencias expresivas físicas, emocionales y mentales de las personas y, por ello, reconocer también donde se producen los bloqueos, las tensiones y las desarmonías que pueden llegar a provocar desequilibrios en cualquiera de los planos de la persona. Cada una de las esencias florales del sistema de Bach, adecuadamente seleccionadas y preparadas, incide sobre uno de esos patrones de personalidad ayudando a tomar conciencia de los bloqueos inconscientes que provocan los desequilibrios y el malestar, dando la oportunidad de elegir si se quiere seguir manteniendo la actitud desarmonizadora o, por el contrario, se desea atenderla y corregirla creando un nuevo hábito, una nueva actitud que desbloquee y permita vivir en armonía con la propia y profunda naturaleza.


LA FILOSOFÍA PREVENTIVA DE LA TERAPIA FLORAL.

La finalidad última de la Terapia Floral es la salud, pero no entendida como la ausencia de enfermedad sino como un estado de equilibrio entre los cuatro planos de expresión del ser humano: físico-etérico, emocional, mental y trascendente. Para alcanzar este estado de equilibrio, armonía y serenidad que, como efecto secundario y beneficioso trae consigo la salud, se entiende que el mejor medio es la atención a la forma que cada uno tiene de percibir, organizar, gestionar y utilizar las experiencias que, en lo cotidiano, la vida va poniendo delante. La premisa fundamental es “la finalidad última de la vida es el aprendizaje”. ¿El aprendizaje de qué? se preguntarán algunos; el aprendizaje de todo lo relacionado con la dimensión humana. Una persona puede ser muy diestra con sus manos pero no necesariamente ha de serlo con los pies, o puede saber gestionar muy bien su ira pero no su vulnerabilidad, o puede hacer muy bien los cálculos pero luego tiene dificultades para entender conceptos de filosofía. Como se puede ver, uno puede ser muy diestro en unas cosas y poco diestro en otras. Salvando las distancias, la torpeza o la ignorancia en los diferentes planos de expresión de la vida, trae consigo situaciones que, si no se aprenden a gestionar de la manera adecuada, pueden acabar creando tensiones y desarmonías. Negar esa falta de destreza es negar las dificultades que se producen, aunque por ello no dejen de suceder, y es esta negación la que lleva a la desarmonía, ya que si uno niega su ignorancia (¡qué me va a enseñar la vida a mí a estas alturas!) entonces no dará lugar al aprendizaje. Dejar de aprender en cualquier aspecto de la vida trae consigo una ilusoria inmovilidad que no significa tranquilidad sino negación de lo maravillosamente dinámica que es la vida. Cuando dejamos de aprender, de algún modo enfermamos, no necesariamente en nuestros cuerpos, pero sí en nuestras almas, y la verdadera salud nace de un alma alegre. He aquí lo preventivo de la Filosofía Floral, fundamentar la armonía y la serenidad en el aprendizaje constante.


TERAPIA FLORAL, FILOSOFÍA FLORAL Y EDUCACIÓN EMOCIONAL.

Si bien la Terapia Floral es una Terapia Natural, aceptada y recomendada por la O.M.S., los amplios conocimientos en los que se fundamenta incluyen cuestiones no sólo relacionadas con lo terapéutico, sino también con lo filosófico. Detrás de la Terapia Floral hay una Filosofía Floral, desconocida para la mayoría, que trata de orientar hacia la armonía y el equilibrio a través del conocimiento y gestión del plano emocional de las personas. No es éste el único contenido de la Filosofía Floral, pero es de gran importancia. “Conócete a ti mismo” rezaba una inscripción en el frontispicio del lugar conocido como Oráculo de Delfos; a esto mismo invita la Filosofía Floral a través de la educación emocional. Desde que el niño nace se le enseña a manejar su cuerpo y su mente, pero se olvida que también es un ser emocional, y que el aprendizaje que haga de las emociones va a condicionar su vida y su manera de expresarse y relacionarse. Por ello, es de gran importancia atender al desarrollo del mundo emocional de las personas en las edades más tempranas. Desde la Filosofía Floral y la Teoría de las Estructuras se propone un modelo de educación emocional en el que el niño y la niña, poco a poco, según van pasando los años, aprende a reconocer todo el espectro emocional desde el que se expresa y se relaciona. Imaginemos una familia que se ocupa tanto de la nutrición emocional de sus hijos como de la física, imaginemos un sistema educativo en el que lo mismo que hay unas horas dedicadas a la Educación Física hay otras dedicadas a la Educación Emocional, a lo largo de toda la etapa escolar. Esto fomentaría el autoconocimiento y un mayor equilibrio individual y social.


TERAPIA FLORAL: FILOSOFÍA, CONCIENCIA Y RESPONSABILIDAD.

Como han podido leer los seguidores de estos “miniartículos”, la Terapia Floral es una Terapia Natural con un contenido filosófico profundo y antiguo, que su descubridor, Edward Bach, recuperó de los ancestrales conocimientos del hombre y adaptó y trasladó a la era moderna a través de un concepto de salud integral. Ahora está en manos de nosotros, los actuales terapeutas florales, desarrollar todo ese conocimiento adaptándolo al tiempo presente, pero sin perder su verdadera esencia, ya que el hombre y la mujer, por muy modernos y del siglo XXI que sean, siguen siendo lo mismo que antaño, seres trascendentes cuyo destino es el aprendizaje.

La educación emocional, tal y como se plantea desde la Filosofía Floral, tiene como objetivo fundamental la toma de conciencia del sujeto respecto a su vida y a aquello que le rodea; esta toma de conciencia, este “atender a lo que Es”, conmueve hasta tal punto la esencia profunda de cada uno de nosotros, que nos permite reconocer la vida como la escuela del alma, esto es tomar conciencia, reconocer la cualidad de la existencia como algo maravilloso e inexplicable en lo que todo, lo bueno y lo malo, forma parte de nuestra naturaleza. Cuando uno toma conciencia profunda de esto adquiere una gran responsabilidad, ya que comienza a reconocer al resto de las personas como parte de la Totalidad en la que todos somos Uno, y de ahí nace un sentimiento de amor que es el verdadero elixir para una vida equilibrada y armoniosa. Así pues no queda otra cosa que repetir las palabras de los grandes sanadores de la historia de la humanidad “la mejor terapia es la terapia del amor”.


FILOSOFÍA FLORAL, UNA VIA DE EXPRESIÓN DEL ALMA.

Todo ser humano vive en una doble condición de yo profundo y personalidad. El yo profundo (Alma) está relacionado con cuestiones trascendentes que impregnan la naturaleza esencial de cada uno, mientras que la personalidad se conforma con la información (o desinformación) del medio social y familiar en el que se vive. De esta manera es como si tuviésemos dos yoes, uno esencial, profundo, innato y trascendente y otro superficial, social, aprendido. Cuando una persona es capaz de vivir en coherencia con su yo profundo se siente equilibrada y armoniosa, pero suele ocurrir que la personalidad, con modelos aprendidos, algunos de ellos bloqueadores de la propia expresión natural, impide la expresión libre del yo profundo. Ahí es donde se produce el conflicto entre lo que uno verdadera y profundamente desea y lo que piensa que tiene que hacer por una serie de condicionamientos sociales aprendidos, son los: se supone que…, tengo que hacerlo aunque no quiera…, qué van a pensar de mí…, si no lo hago dejará de quererme…, y tantos otros modelos aprendidos que, en realidad, cierran la puerta a la verdadera naturaleza de cada uno de nosotros. Moverse desde estos modelos, que nada tienen que ver con las necesidades de nuestro proceso vital, bloquea la expresión natural y el aprendizaje que nuestra naturaleza trascendente demanda para su propio proceso evolutivo. Por ello, desde la Filosofía Floral a modo de prevención y desde la Terapia Floral como sanación, se propicia la conexión y el reconocimiento de lo más profundo de cada uno, un acto de autoconciencia que permitirá una vida más consciente, libre y responsable.


EDUCACIÓN EMOCIONAL DESDE LA FILOSOFÍA FLORAL.

Todo ser humano, es y se expresa en diferentes planos: físico, emocional, mental y trascendente. En la sociedad actual se atiende prioritariamente a los planos físico y mental, dejando de lado lo emocional y lo trascendente como si no fuesen parte importante de la experiencia vital, olvidando que, si bien la dimensión física propicia la experiencia y la dimensión mental la gestiona, es la dimensión emocional la que esencialmente experimenta la vivencia y la dimensión trascendente, en última instancia, la que extrae el aprendizaje en respuesta a la cualidad autotrascendente de la vida.

Desde la Terapia Floral como vía de exploración y desde la Filosofía Floral como herramienta de autoconocimiento, se propone la indagación en el mundo emocional, la comprensión de las potencialidades y las limitaciones, las intenciones de fondo y las lecciones aprendidas y por aprender relacionas con el plano emocional de modo que, desde el conocimiento del propio mundo emocional, cada uno pueda explorar su dimensión trascendente y gestionar su vida con cierto grado de armonía y equilibrio, lo que a su vez repercutirá de manera beneficiosa en la salud.

El autoconocimiento lleva a la conciencia, la conciencia lleva a la congruencia y ésta a la coherencia vibracional, estado esencial si se quiere alcanzar el equilibrio entre los planos que conforman la naturaleza humana. Para acceder al autoconocimiento uno de los medios es la contemplación de la propia vida como un proceso constante de aprendizaje, propuesta fundamental de la Filosofía Floral (para más información sobre este tema podéis entrar en www.fondoazul.es).


FILOSOFÍA DE LA TERAPIA FLORAL: CONCIENCIA, LIBERTAD Y RESPONSABILIDAD.

La finalidad última de la Terapia Floral y de la Filosofía Floral es la conciencia, que, como ya se ha explicado en otros artículos, conlleva la salud por coherencia y armonía. Pero la conciencia, la verdadera y plena conciencia, lleva aparejada la libertad, ya que cuando se tiene conciencia de la propia vida no puede evitarse que, con cada elección, con cada decisión, también se asuman las consecuencias que llevan consigo. La libertad no está en hacer lo que a uno le venga en gana, está en hacer lo que se quiere con conciencia y asumiendo plenamente lo hecho y las consecuencias de lo hecho. Pero además, cuando se accede a este plano profundo de la libertad, aparece un nuevo matiz de gran importancia: la responsabilidad. Tenemos entonces un triángulo conformado por la conciencia, la libertad y la responsabilidad, en el centro del cual está el yo, pero no el yo superficial sino el yo profundo, el que conecta directamente con las profundas necesidades existenciales del ser humano. Es con estos conceptos con los que la Filosofía Floral, la Terapia Floral y la Educación emocional invitan a trabajar a través de todas las dimensiones de la persona, especialmente de la emocional, que es la que realmente vivencia la experiencia vital.

Para tomar conciencia en profundidad de la información y la energía que hay en estos conceptos es necesario detenerse, reflexionar, estudiar, observar, conectar con la propia existencia. Ello se logra atendiendo más a lo interno y menos a lo externo, desarrollando la capacidad de las miradas simbólica y trascendente, que son las que aportan información sobre las necesidades del Alma.


EL MUNDO EMOCIONAL DEL NIÑO Y EL DESARROLLO DE LA CONCIENCIA.

La educación actual de las niñas y niños atiende, fundamentalmente, a los planos mental y físico, dejando de lado el plano emocional. Esto implica un desarrollo no armónico del niño que, el día de mañana, se convertirá en un adulto ignorante de su mundo emocional y del camino que éste puede suponer para ampliar la conciencia sobre su vida. En palabras de Osho: “La profundidad y el sentido de tu vida serán proporcionales a tu nivel de conciencia”.

Edward Bach, a través de su Terapia Floral, y de la Filosofía Floral que en ella subyace, invita al ser humano al autoconocimiento, es decir, a dotar de profundidad y sentido a la vida, atendiendo al mundo emocional, a la enfermedad y a la congruencia entre Alma y personalidad.

Es precisamente en el plano emocional donde la incongruencia deja una huella que puede ser percibida antes de que cause males mayores. La atención a las sensaciones, emociones, sentimientos y pensamientos que, cotidianamente, nutren la naturaleza procesal del Alma, es una propuesta original y apasionante, en la que el reconocimiento del mundo interior es un pilar fundamental. Si bien la Terapia Floral es una vía para incidir sobre aspectos no atendidos del proceso vital, la filosofía que en ella subyace invita al desarrollo de una línea de acción preventiva, en cuanto que permite erradicar la ignorancia sobre la esencia profunda del ser humano y evitar, en gran medida, la incongruencia entre Alma y personalidad.

La idea tiene como fundamento trasladar a las niñas y niños, en su vida cotidiana, de forma sencilla y práctica, los principios fundamentales de la Filosofía Floral y de la Teoría de las Estructuras, para que, poco a poco, aprendan a conocer y transitar por su mundo emocional como hecho fundamental en el desarrollo de su personalidad, su conciencia y su Alma.


TERAPIA FLORAL Y TEORÍA DE LAS ESTRUCTURAS.

En el marco de la Terapia Floral, Edward Bach desarrolla un sistema de 38 patrones de expresión, presentes en cada individuo, de cuya combinación surge la individualidad característica de cada persona.

Es partiendo de este punto, desde donde se desarrolla el modelo de las estructuras psicoenergéticas-emocionales en el hombre (“Humanidad y Flores de Bach”, “Tipologías y Flores de Bach” de Luís Jiménez y “Fichas florales para niñas y niños” de José Antonio Sande y Luís Jiménez. Editorial Índigo), considerando éstas como áreas de conocimiento y exploración que permiten la expresión y propician el proceso de crecimiento y evolución.

Cada estructura contiene un código concreto de información emocional que permite la expresión y la experimentación a quien inicia en su exploración. Todos las personas viven, de manera ineludible, inmersas en este océano de estructuras, en el que cada cuál, en función de su grado de evolución, debe explorar en la búsqueda de su verdadera naturaleza, para así, una vez alcanzada, poder trascenderla y dar un paso más en el camino de aprendizaje, evolución y desarrollo.

Todas las personas se mueven dentro del ámbito de estas estructuras, aunque cada una tiene su propio mapa estructural o “ecualización de estructuras”, de tal modo que, cada individuo, es único en su manifestación pero igual en cuanto a la esencia de la que está conformado. El predominio de unas u otras estructuras define la forma de entender la vida y de vivirla, dándose la circunstancia de que las que con más fuerza se manifiestan limitando y provocando desarmonía y tensión, son las precisan de atención y exploración.


TERAPIA FLORAL Y RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS EMOCIONALES.

La finalidad de la Terapia Floral es devolver la armonía a la persona y ayudarla en la toma de conciencia sobre la vida, esto se logra mediante un trabajo de consulta en el que el terapeuta invita y ayuda a realizar un proceso de observación interior y exterior para que la persona se dé cuenta (tome conciencia), pero… tomar conciencia ¿de qué?, esta es la pregunta clave.

En la vida cotidiana solemos ocuparnos de nuestro trabajo, de nuestra casa, de nuestras familias, de nuestros coches pero… ¿nos ocupamos de nuestro mundo emocional? A veces da la impresión de que hay personas a las que sus emociones les molestan, que interfieren en su vida y no se dan cuenta de que las emociones son parte importante de esta vida. Nos acompañan siempre, seamos conscientes o no, e influyen en las decisiones que tomamos en cada momento de nuestra existencia. Sin embargo, aun con la importancia que tienen en nuestras vidas, ni en el seno familiar ni en las escuelas ha habido, hasta hace relativamente poco tiempo, una adecuada atención y menos aún una orientación de cómo vivirlas. Es por ello que muchas personas hacen un mal uso de su mundo emocional, no atendiéndolo ni sabiendo para qué sirve.

Este desconocimiento e inadecuado uso es el que lleva al conflicto, la desarmonía e incluso a enfermar, ya que la emoción es una vía de aprendizaje que acompaña a la experiencia vivida. Si no atendemos a las emociones y sentimientos que acompañan a nuestras experiencias, cotidianas o extraordinarias, los aprendizajes, los conocimientos que extraigamos de las vivencias serán incompletos y pueden llegar a causar conflictos internos o desarmonías. Por ello, un buen conocimiento del mundo emocional enriquece la vida y la hace más armoniosa en muchos aspectos, y la Terapia Floral y los principios filosóficos en los que se fundamenta, pueden ayudar en este proceso.


TERAPIA FLORAL: ATENCIÓN A TODAS LAS DIMENSIONES DEL HOMBRE.

Cada ser humano está conformado por diferentes planos. Según la cultura o tradición filosófica predominante estos planos han recibido unos nombres u otros. De una forma simplificada, podemos hablar de los planos físico (el cuerpo), etérico (la energía que lo anima), emocional (el mundo de las emociones), mental (el mundo de los pensamientos) y trascendente (el alma como esencia profunda del ser humano). Uno de los pilares de la Terapia Floral es considerar al ser humano como una totalidad en la que un factor que afecte a uno de sus planos necesariamente influirá en todos los demás. Por ello, cuando se presenta una desarmonía o conflicto, es importante que el terapeuta realice una valoración holística, es decir, una valoración de cómo esa desarmonía afecta a todos los planos del ser. De esta manera el trabajo con la persona no se centra solamente en la dolencia que afecta al cuerpo físico, ya que las implicaciones para el resto de los planos del sujeto no pueden ser dejadas de lado.

Hay diferentes maneras de observar la realidad. Una persona desarmonizada o incluso con síntomas físicos de esa desarmonía puede ser atendida desde una mirada objetiva, subjetiva, simbólica o trascendente. Cada una de estas miradas aporta un grado de profundidad y comprensión mayor, acompañada de una amplitud de conciencia sobre lo que la desarmonía significa en la vida de la persona. En Terapia Floral no se trata de eliminar la desarmonía por cualquier medio, se trata de atenderla para tomar conciencia del mensaje que contiene, pues la supresión implicará su bloqueo pero la atención conducirá a un aprendizaje y a mayor comprensión sobre la propia esencia, y ahí es donde reside el secreto de la salud, en el aprendizaje, la comprensión y la coherencia con la verdadera y profunda naturaleza de cada uno de nosotros.


TERAPIA FLORAL, UNA TERAPIA NATURAL EN EVOLUCIÓN (I).

Si bien la Terapia Floral se inicia en la década de los 30 del siglo pasado, no es hasta los años 70 que empieza a ser conocida por el público en general gracias a la difusión dada, en ese momento concreto, por los elaboradores de esencias florales. En aquel tiempo los elaboradores eran los verdaderos protagonistas de la Terapia Floral. Pero en la década de los 80, en Suramérica sobre todo, se inicia un desplazamiento del protagonismo hacia los terapeutas, muchos de ellos psicólogos, entre los que cabe destacar al doctor Eduardo Grecco, importantísimo impulsor y divulgador de la Terapia Floral en habla hispana.

Desde los años 80 muchos han sido los cambios, pero unos años antes, en 1976, la O.M.S. (Organización Mundial de la Salud) la validó como Terapia complementaria. La denominación que más se está utilizando es la de Terapia Natural, pues los propios terapeutas y elaboradores no la consideran complementaria de ningún otro sistema sino con entidad propia. Desde estos años hasta el momento presente la Terapia Floral ha evolucionado, se ha ampliado tanto en la forma como en el fondo y, poco a poco, empieza a ser conocida (y reconocida) como lo que es, una línea de trabajo que incide sobre la salud física, emocional, mental y trascendente de las personas desde un lugar diferente, interesante, enriquecedor y efectivo.

A la sombra de esta evolución son muchos los que se han acercado a su conocimiento y también las personas que, aprovechando las circunstancias, pretenden convertir a la Terapia Floral en un mero negocio; en contraposición a esta tendencia las bellas palabras del descubridor de esta Terapia Natural, Edward Bach: que aquel que dedique su vida a la Terapia Floral “es preciso que sea un estudioso de las leyes que rigen a la humanidad, así como también de la propia naturaleza humana, de modo que pueda reconocer en los que se aproximan a él aquellos elementos que están provocando el conflicto entre el alma y la personalidad.”


TERAPIA FLORAL, UNA TERAPIA NATURAL EN EVOLUCIÓN (II).

Actualmente las escuelas de Terapias Naturales son una realidad en casi todas las ciudades. La filosofía que impregna la formación y el uso de este tipo de terapias está en función de la actitud e intención desde donde los formadores y terapeutas las viven. Aunque concretado en la Terapia Floral estoy convencido de que las palabras de Edward Bach son extensibles a todas las Terapia Naturales:

“De modo que el terapeuta del futuro deberá señalarse dos grandes metas. La primera consiste en ayudar al paciente a conocerse a sí mismo y señalarle los errores que pueda estar cometiendo, las falencias de carácter que tendrá que corregir y los defectos en su naturaleza que deberá erradicar y reemplazar por las virtudes correspondientes. […] es preciso que sea un gran estudioso de las leyes que rigen a la humanidad, así como también de la propia naturaleza humana, de modo que pueda reconocer en los que se aproximan a él aquellos elementos que están provocando el conflicto entre el Alma y la Personalidad. También deberá ser capaz de aconsejar al paciente sobre la mejor forma de recuperar la armonía requerida, qué acciones contra la Unidad debe dejar de cometer y las virtudes que necesita desarrollar para eliminar sus defectos. Cada caso requerirá un minucioso estudio, y serán solamente aquellos que hayan dedicado la mayor parte de su vida al estudio del hombre –y en los cuales, además, arda el deseo de ayudar –, quienes puedan emprender con éxito este divino y glorioso trabajo a favor de la humanidad. Sólo así podrán abrirles los ojos a quienes sufren, iluminarlos sobre la razón de sus existencias, e inspirarles esperanza, consuelo y fe con los cuales puedan superar su enfermedad.”

Es obvia la diferencia entre el concepto de sanador y sanación de la Terapia Floral y lo que representa para otros sistemas relacionados con la salud. Está en cada uno de nosotros la libertad de elegir.


TERAPIA FLORAL, UNA TERAPIA NATURAL EN EVOLUCIÓN (III).

En la actualidad existen diversas opciones de formación en la Terapia Floral que responden a diferentes líneas de pensamiento, unas son más alopáticas, es decir que siguen, en parte, el paradigma médico de atender al síntoma como si éste fuese la enfermedad, otras son más psicológicas, tratando de atender, además del plano físico, el emocional y al mental y otras se orientan hacia la filosofía y el conocimiento profundo del Ser, atendiendo además al plano trascendente. Cada una de estas líneas de pensamiento, trabajo y formación en Terapia Floral aporta diferentes miradas y, por tanto, enriquece sus contenidos, siempre y cuando una línea concreta no se crea poseedora de la verdad absoluta y afirme que determinada línea de trabajo es la única opción posible porque las demás son erróneas.

Cada terapeuta y cada paciente, cada formador y cada alumno, se mueve en un nivel de conciencia concreto y las diferentes maneras de entender la Terapia Floral responderán a la conciencia que tenga quien entra en contacto con ella. Sin embargo, conviene no olvidar que la Terapia Floral nació como un medio de eliminar la ignorancia a través de la atención a la propia salud. Eliminar la ignorancia significa conocer al ser que encarnamos en el día a día, es decir, conocernos a nosotros mismos, y esta en una premisa que ni los terapeutas ni los formadores deberían olvidar, la salud no se alcanza a través de unas gotitas que alguien prescribe, la salud es el resultado de iluminar nuestras mentes para atender, entender y comprender lo que en la vida nos sucede y qué lecciones hay que aprehender (que no aprender) en este “día de colegio”.


TERAPIA FLORAL, UNA MANERA DE SANAR LA RELACIÓN CON EL ALMA.

La relación de las personas con el concepto de alma en la cultura occidental se ha visto mediatizada por las creencias que la religión predominante a mantenido durante muchos años. En contraste con esa presión ejercida durante años para mantener unas creencias, actualmente se ha dejado de lado la atención a la espiritualidad, considerándola como algo anticuado o falso. Nada más lejos de la realidad para ambas posturas.

El alma de cada uno de nosotros, ese ser profundo, conectado con lo infinito y lo eterno de la Totalidad, no sólo existe, sino que es el verdadero protagonista de nuestras vidas, pues nuestro paso por la vida está influido por sus necesidades de aprendizaje. Por eso, la actual actitud de incomunicación e ignorancia de nuestra dimensión trascendente o espiritual es uno de los factores que merman la salud del ser, considerado éste desde una perspectiva holística.

La Terapia Floral fue ideada, originalmente, como un medio para erradicar la enfermedad del planeta al superar la ignorancia propia del hombre y la mujer que no se conocen a sí mismo. Para ello, es fundamental volver a establecer la comunicación con lo más profundo de cada uno de nosotros, cada uno a su manera. La Terapia Floral, practicada desde su perspectiva más profunda y amplia, consigue la sanación al contribuir a la comunicación de la persona con su ser trascendente. Sea en un acto terapéutico, en un trabajo de crecimiento personal o en la formación para convertirse en terapeuta floral, es de gran importancia atender a la relación con la propia alma y mantenerla lo más sana posible.


¿POR QUÉ LA TERAPIA FLORAL HABLA DE SANAR Y NO DE CURAR?

En las Terapias Naturales en general, y en la Terapia Floral en concreto, se prefiere usar el concepto de sanar en lugar del de curar. El concepto de sanación es mucho más profundo que el de curar puesto que este se refiere, generalmente, a la desaparición de los síntomas, lo que no necesariamente implica la desaparición de la causa original que provocó su aparición.

Al considerar la enfermedad como síntoma de una desarmonía en la forma de vivir y no como una entidad cerrada en sí misma, se hace necesario atender no únicamente a los síntomas de la enfermedad sino a la forma de vivir que provoca el síntoma. Con “la forma de vivir” se hace referencia a las actitudes, hábitos y patrones de conducta físicos, emocionales y mentales que no están en consonancia con las necesidades reales de lo más profundo de cada persona, su ser interior, su alma. Por ejemplo, una persona puede estar volcada en su vida profesional, en acumular patrimonio, en dejar una herencia a sus hijos al mismo tiempo que intuye que todo eso no da sentido a su vida y, a pesar de ello, seguir adelante. Este ir en contra de lo que da sentido a la vida de cada uno provoca que la desarmonía, la tensión y la insatisfacción surjan. Si esto no es atendido, si no se escucha esa voz interior que nos pide que hagamos lo que verdaderamente da sentido a nuestras vidas, entonces la tensión puede llegar a somatizarse, a hacerse ver, bien en el plano físico, en el emocional o en el mental.

La sanación consiste en la toma de decisiones sobre la propia vida, sobre los caminos que por miedo, pereza o ignorancia transitamos sin ser los nuestros y que nos alejan de nuestras verdaderas metas. Sanar es decidir vivir la propia vida sin miedo. Nos va la salud en ello.


TERAPIA FLORAL: ALMA Y PERSONALIDAD.

Dos de los conceptos más importantes que la Terapia Floral contempla son los de alma y personalidad. El alma es lo que nos hace seres trascendentes, la personalidad nos da nuestra naturaleza humana; el alma es inmortal, la personalidad finaliza con la muerte; el alma es más grande que nosotros, la personalidad es más pequeña que nosotros. La dualidad alma-personalidad es la que hace que seamos seres únicos en nuestro planeta, esa dualidad es la que nos permite ser seres vivos con conciencia de lo que somos, pero… ¿realmente tenemos conciencia de nosotros mismos?, la respuesta es sencilla: generalmente sólo tenemos conciencia de nuestro yo más superficial. Pero hay una parte de nosotros, mucho más profunda, que se mantiene en la sombra y, sin embargo, es la que nos hacer ser como somos, pensar como pensamos, sentir como sentimos y comportarnos como nos comportamos, estamos hablando del plano inconsciente de nuestra existencia.

Como bien reflexionaba Jung, “el consciente es el inconsciente y el inconsciente es el consciente”. Por eso, la Terapia Floral tiene como premisa fundamental “hacer consciente lo inconsciente”, saber cuándo nos movemos desde la personalidad y cuando lo hacemos desde el alma y aprender a encontrar el equilibrio y la armonía entre ambos aspectos de la naturaleza humana. Vivir desde el alma es vivir en plenitud, en libertad, en compromiso con nuestra existencia y con la Vida, lo que pasa habitualmente es que esto no se enseña, y esa es la finalidad de la Terapia Floral, tanto en el trabajo terapéutico como en el de desarrollo interior. Por eso es considerada como “una ciencia del alma”. Tiempo y conciencia para todos.


LA TERAPIA FLORAL ACOMPAÑA PARA APRENDER DE LA VIDA.

“El dolor no enseña tanto como nuestra capacidad de crear a través de la convicción personal”. Estas palabras del maestro Gandhi muestran una verdad que es compartida plenamente por la Terapia Floral.

El hombre y la mujer son seres en continuo proceso de desarrollo. Aunque no se haga nada para ello siempre estamos recibiendo información desde afuera y desde dentro de nosotros mismos. Cuando por causas como el miedo, la pereza, el resentimiento, el apego o muchas otras, tratamos de frenar los procesos de la vida, a la vez impedimos nuestro propio desarrollo, sobre todo porque no queremos vivir aquello que no nos agrada de la vida. Cuantas veces hemos escuchado aquello de ¡ya se encargará la vida de enseñarte! como si vivir la vida y aprender de ella fuera una amenaza. La vida lleva consigo dolor y sufrimiento, pero no como elemento de castigo como muchas veces nos han querido enseñar, sino como forma muy efectiva de tomar conciencia de que algo no va bien.

En la Terapia Floral se acompaña al paciente (que lo es porque tiene que hacer paciencia, no porque esté enfermo), decía que se acompaña al paciente en el acto de atender a esas situaciones que crean tensión, desazón, sufrimiento, para poder extraer de ellas los aprendizajes necesarios para continuar adelante. Pero no se queda solamente en esto la aplicación de los remedios florales y del trabajo de consulta, además, se orienta a la persona para que recupere su capacidad creadora, la fe en sí misma, en sus cualidades, en sus virtudes, en su verdadera y profunda naturaleza, llena de convicción y de energía; una energía y una luz que, si nos enseñasen a utilizarla desde la infancia en lugar de llenarnos de miedos, sería un gran apoyo para llevar nuestras vidas con fuerza, aprovechamiento y amor. Luz y Amor.


TERAPIA FLORAL: PASIÓN POR LA VIDA.

Hace unos días comentaba con mis alumnas y alumnos el contenido emocional relacionado con la esencia de Hojarazo (Hornbeam), se trata de una esencia que permite el acercamiento y la comprensión de la dualidad emocional desánimo-vitalidad. ¡El debate estaba servido!, había que ponerse de acuerdo sobre las causas que llevan al desánimo y sobre las acciones que propician la vitalidad. Intentaré resumir en estas pocas líneas lo que allí se debatió en casi una hora.

La palabra desánimo viene de des-ánimo, es decir, quitar el ánimo, lo que es lo mismo que quitar el ánima, quitar el alma. Cuando una persona, en algún aspecto de su vida, entra en desánimo, es porque ese aspecto, relación o actividad ha perdido el alma, está falta de pasión. Muchas son las causas por las que se produce la pérdida del alma de lo que se vive, una de ellas, la más común a mi entender, es la vivencia rutinaria, repetitiva, mecánica, en la que el sentido por el que se inició la vivencia ha desaparecido y, en su lugar, sólo queda la forma sin el fondo, el gesto sin el contenido. Esto también suele suceder cuando vivimos vidas que no deseamos, cuando no hacemos aquello que verdaderamente nos gustaría hacer, así es imposible poner el alma en lo que se vive.

La pereza, el miedo, la apatía, la incertidumbre, son actitudes que pueden llegar a bloquear el tránsito por el contenido psicoenergético-emocional de la dualidad desánimo-vitalidad. La Terapia Floral, bien desde su filosofía preventiva a través del autoconocimiento, bien desde la perspectiva terapéutica para la sanación, contribuye a recuperar el ánimo, la pasión y el alma a través de la exploración, el autoconocimiento y la libertad. Luz y Amor.